miércoles, 14 de noviembre de 2007

Breve nota


Instruciando por ahí me encontré con un texto muy interesante y lo voy a pegar tal cual, para poder recordarlo más adelante, porque de seguro nadie mas lo leerá en este pésimo blog...

Diario el MercurioRevista El Sábado 2007
Por Eugenia Weinstein
Si me quisieras, te gustaría el ajo. Por amor es posible hacer muchas cosas. Lo que no es posible, ni por el más grande de los afectos, es que las personas sientan lo que no sienten.El título corresponde a una frase acuñada por Paul Watzlawick, destacado psicólogo austriaco fallecido recientemente, para graficar irónicamente la tendencia de los enamorados a amargarse la vida. Estos creen que porque se aman debieran no sólo parecerse, sino además compartir los mismos gustos, deseos, necesidades, tiempos, ritmos, percepciones y sensaciones. Se convencen a sí mismos de que si el ser amado realmente los quisiera, haría por ellos espontáneamente o con agrado lo que hoy hacen con esfuerzo o disgusto.Convierten la relación de pareja, lugar colmado de sentimientos y decisiones, en un terreno fértil para la manipulación emocional.Por amor es posible hacer muchas cosas. Lo que no es posible, ni por el más grande de los afectos, es que las personas sientan lo que no sienten, les guste lo que no les gusta, tengan ganas de lo que no tienen ganas o se emocionen con asuntos que simplemente no les hacen vibrar. Por complacer al consorte es viable hacer esfuerzos, sacrificios, intentos, gestos, acciones e, incluso, fingir o disimular. Porque todas estas conductas dependen de la voluntad. Pero los sentidos, las emociones, los deseos, los sentimientos y muchos pensamientos se generan y conducen por un circuito distinto del sistema nervioso, el cual es involuntario. Por lo tanto, exigirle al ser amado demostrar su amor mediante actitudes, actos o emociones que están fuera de su control consciente e intencional es ponerlo en una situación imposible.El chantaje emocional está presente cuando se intenta controlar lo que dice, hace o siente el consorte. También, cuando se le exige dar como prueba de amor aquello que ignora sus sentimientos y necesidades, o cuando se está empeñado en que cambie y se adecue a los propios deseos, sin considerar su individualidad ni su libertad para satisfacer o no la demanda. Detrás de la manipulación existe una búsqueda de poder y control ante la inseguridad que despierta la autonomía del otro. De todas las estrategias de dominación, utilizar los sentimientos como arma es una de las más peligrosas, pues conlleva una artimaña que atenta contra la salud mental. La persona, para demostrarle a su amado cuánto lo quiere, debe renunciar a sus propios deseos, necesidades o sensaciones. Si sigue siendo genuino, aparecen sentimientos de culpabilidad, miedo a ser rechazado o temor a que el otro se enfade por haberle, paradójicamente, “fallado”.Detectar cuando el ser amado le ha tendido una trampa sin salida, a la vez que escuchar con atención sus propios sentimientos y sensaciones, le permitirá a usted saber cuándo está siendo objeto de una manipulación. Y las manipulaciones pierden todo su poder si se logra reconocerlas a tiempo y expresar lo enojoso que es verse coartado en la libertad. Por eso, la próxima vez que se sienta obligado o exigido en nombre del amor, a ser, sentir o comportarse de una forma falsa, incongruente con su personalidad, incompatible con la situación o desconectada totalmente de su experiencia, supere el disgusto y la parálisis que le embargan y atrévase a contestar: Te quiero, pero no estoy de acuerdo; te quiero, pero me pone mal despertar temprano; te quiero pero los ronquidos de dan insomnio; te quiero, pero no tengo ganas; te quiero, pero necesito mi tiempo; te quiero, pero necesito espacio; te quiero, pero estoy preocupado; te quiero, pero pienso distinto; te quiero, pero estoy cansado; te quiero, pero tengo hambre; te quiero, pero estoy de mal humor; te quiero, pero tengo calor; te quiero, pero soy lento; te quiero, pero no puedo; te quiero, pero tengo hijos; te quiero, pero me carga; te quiero, pero me duele; te quiero, pero no me da el ánimo … te quiero, pero no me gusta el ajo.

1 comentario:

Eri dijo...

q interesante, intenso y veridico... ojala podamos decir te quiero pero...